«Por el este se asoma el sol, con esa emperrada manía de asomarse como si fuera un día más, un día cualquiera. Las cosas malas siempre pasan un día cualquiera. Sería bueno que uno lo agendara. O mejor, que viniera, si es que los destinos están determinados, preimpreso cuando uno compra la agenda. Entonces se levantaría la gente esta mañana, y al leer en el libro las ocupaciones del día, se encontraría, por ejemplo, con una frase que dice: Día cualquiera, no te cases ni te embarques. Y si uno por mala fortuna o descuido ya esta casado, o embarcado, puede prepararse, poner, al menos mentalmente, las cosas en orden y sufrir lo que haya que sufrir como Dios manda, sin la desesperación del asunto pendiente, o la cosa por hacer, que tanto fantasma ha creado. Pero no, el dicho reza «martes, no te cases ni te embarques». Y aunque hoy sea martes, y aunque estos estén embarcados, ni se recuerdan del dicho; al fin de cuentas, hoy es un día cualquiera.»
Gustavo D. Ripoll
Margareth O’ Hara — Inicio del capítulo 3
Un viejo proyecto de novela abandonado…