El otro se fue a París. Dicen que le dieron un premio, que robó cierta atención pasajera y que alcanzó a balbucear un par de frases. Habrá paseado, se habrá sentido más americano que cuando estaba en América; y a lo mejor hasta extrañó la tierra, los deudos y el amor único. Pero ese fue el otro. Yo sigo sentado en la escalera del muelle, fumando, con los pies en el agua.