“Quoted: Nevermore”
E. A. Poe – The Raven.
En la plaza, frente a mi ventana, en la cima de la estatua que con lanza y con escudo se encumbra altiva, se ha parado el cuervo.
Lo escucho afilar su pico contra la dura piedra. Ya no importan las cortinas, los candados, las rejas, guardias, ejercito de ciegos ni sorderas palaciegas que entre él y yo amontone: su graznido destemplado grita “andáte”, en un tono más profundo que el mayor de mis silencios.
Ya no importa cuanto explique. Que yo tengo el poder. Que hago falta. Que no es fácil. Que soy necesario. Que cada masoquista ha de tener su sádico. Que al fin y al cabo fue él, cuando era paloma blanca revoloteando la plaza, quien me regaló estas paredes. Nada parece importarle: solo repite “andáte”.
El no entiende que este es mi hogar, que no puedo irme. Que abandonar el sillón desde el cual veo atardecer, es morirme por dentro. Necesito mi casa. Y aunque se caiga sobre mí como la mansión de Usher, me aferraré a ella. Pero es inútil, el solo entiende de hambres y de justicias, de sueños de libertad y de anacrónicas prosperidades. Mirándome, solo sabe canturrear: “andate”.
Pronto seré una sombra. Solo la forma que ha moldeado lo mullido del sillón tras mi escritorio. Un mal recuerdo: de esos que no quedan fijos en la cabeza de un cuervo. Y entonces vendrá un nuevo yo, y otro más, y luego otro. Y el cuervo por siempre seguirá graznando.Puede que al final sea él quien pierda la guerra, no lo sé; pero hoy al menos, me ha ganado la batalla.
Ahí está ¿lo escuchan? Solo dice “andáte”.
Diciembre del 2001.